El 3 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que tiene como objetivo reivindicar el bienestar y la participación de la minoría más grande del mundo, para garantizar así un futuro inclusivo para todas las personas. Entre otros aspectos, esto pasa por introducir soluciones de accesibilidad en los espacios y, aunque se ha avanzado mucho durante las últimas décadas, todavía nos queda mucho por hacer, especialmente en lo relativo al diseño, la tecnología y los materiales. Pero para lograrlo, nos hace falta abrir nuestra mente hasta entender que todos necesitamos la accesibilidad, ya sea de forma permanente, temporal o circunstancial. Hablamos de todo esto con Mònica Surís, consultora de accesibilidad y The Next Leader de Bernadí.
Está evolucionando como la propia sociedad. Hemos pasado de tener un conocimiento relativo a uno más amplio y profundo. Además, vivimos en el siglo de las personas mayores, lo que significa que necesitamos más medidas de adaptación, para poder quedarnos más tiempo en casa y porque buscamos tener más calidad de vida.
A esto se suma el hecho de que los espacios son cada vez más multifuncionales, ya no hay tanta separación entre trabajo, ocio y convivencia, por lo que necesitamos más comodidad y ergonomía en todos ellos, para hacernos la vida más agradable.
En cuanto a los espacios públicos, tienen (y piden) muchas más adaptaciones de accesibilidad, principalmente porque ahora hay unas exigencias legales que no existían hace unos años.
Una ducha que conocí en la última edición de Construmat, que se llama Showee. Se instala en la pared, se puede ajustar en altura y funciona como un túnel de lavado, es decir, que se puede programar para que salga agua, jabón o aire de secado de forma automatizada. Esto ofrece autonomía y privacidad para las personas en un momento muy íntimo, como es la higiene personal. Esta ducha puede estar tanto en casas privadas, como en residencias para personas mayores, lo que facilita mucho el momento de ducharse a gente con algún tipo de discapacidad física o de movilidad, ya que les permite enjabonarse con una mano mientras la ducha va haciendo el resto.
Nos hace falta pensar que la accesibilidad la necesitamos todos, de manera permanente, temporal o circunstancial. Obviar esta afirmación es un estereotipo que tenemos que romper. Por dar un dato, hay estudios que demuestran que el 80% de las personas que utilizan subtítulos en un vídeo no son sordas, lo que nos confirma que la accesibilidad y sus recursos son válidos y utilizados por todos.
Se calcula que 1.300 millones de personas — es decir, 1 de cada 6 personas en todo el mundo — sufren una discapacidad importante. - OMS
Las rampas merecerían un capítulo propio donde analizar su diseño, porque muchas veces no están bien fabricadas, ni son funcionales. Pero una de las adaptaciones fundamentales es la actitud que tenemos. Tenemos que pensar que hay cosas muy simples que pueden mejorar la vida de la gente. En general, toda la parte de iluminación, acústica o materiales son disciplinas de las que ya conocemos mucho pero que, por desgracia, todavía no se tienen en cuenta todas las posibilidades que ofrecen en el área de accesibilidad. Por suerte, en la comunidad The Next de Bernadí hay muchos expertos en diferentes áreas que nos pueden ayudar a dar con ellas. Por hablar de una adaptación en concreto, ahora mismo la edad de pérdida auditiva y visual está disminuyendo considerablemente, algo a lo que tendremos que dar solución desde el diseño de espacios en un futuro a corto-medio plazo.
Además de los obvios, como instalar una rampa o un ascensor, hay un reto de diseño. Hay pocas soluciones de adaptación que hagan el espacio bonito y agradable. Se nos presenta así un momento en el que el diseño de elementos de accesibilidad es vitales para diseñar bien y mejor los espacios. Por ejemplo, escogiendo los materiales idóneos (que no resbalen o que no reflejen la luz y que sean visualmente armónicos) y, por cierto, en Bernadí Hub hay una materiateca muy amplia e inspiradora que puede ayudarnos. En definitiva, el reto está en la responsabilidad que tenemos de diseñar de forma estética y funcional todas las medidas de accesibilidad.
Nunca es suficiente porque cada día aprendemos cosas nuevas, porque todos somos diferentes y adaptar los espacios a todo el mundo es un reto grande y complejo. En general, la conciencia social ha mejorado, afortunadamente, aunque va poco a poco. En Barcelona, tuvimos unos Juegos Olímpicos y unos Juegos Paralímpicos en 1992 que nos acercaron a una visión más amplia de la accesibilidad del espacio arquitectónico. Pero sigue habiendo aspectos a mejorar, como la acústica o la señalización, porque son temas que se dejan para última hora del proyecto y al final acaban siendo deficientes.
Cada vez están más presentes durante el proyecto de arquitectura, interiorismo o reforma, son más reivindicativas en un sentido constructivo y las instituciones las escuchan cada vez más. Personalmente, creo que todavía tendrían que participar más, para que las necesidades de ambas partes se puedan conciliar, algo que no siempre resulta sencillo cuando se trata de una cuestión colectiva. Al final, abordar los proyectos desde diferentes puntos de vista es siempre enriquecedor.
La aprobación del Código de accesibilidad de Cataluña (Decreto 209/2023) ha sido un nuevo impulso, sin duda, porque hablamos de leyes que obligan y sancionan a empresas e instituciones. Aunque sea triste, creo que es la manera de que la sociedad empiece a darse cuenta de todas las necesidades y actúe para mejorar nuestro futuro. El camino de la accesibilidad es un camino de no retorno.
El Museo Morera de Lleida, que ya existía desde 1917 pero todavía no tenía sede. En la accesibilidad, normalmente funcionamos como los bomberos, diseñamos soluciones sobre lo que ya está hecho. En cambio, aquí tuvimos un lienzo en blanco y pudimos aportar muchos detalles al conceptualizar los espacios, la señalización y otros aspectos que se están implementando actualmente. Conseguimos un edificio muy cómodo, por el que resulta muy fácil circular.
Otro ejemplo muy diferente es el Teatro de Tarragona, un edificio en el que se ha implementado la señalización horizontal. Se han colocado bandas podotáctiles y cinta antideslizante en las escaleras, de colores que contrastan con el resto. El público notó el resultado positivamente, lo que enorgullece mucho a las personas que hacemos el proyecto. Yo creo en la raíz de las cosas, en llegar al “core”, en conseguir el efecto de la lluvia fina, que va calando poco a poco para sensibilizar a la gente.
En general, tenemos que responsabilizarnos. Debemos pensar que todos podemos ampliar nuestro punto de mira y aportar un granito de arena. Yo he tenido la suerte de vivir- diferentes experiencias laborales en las que he podido hacerlo. Por ejemplo, en 2005 gracias a María-José Anía y a La Pedrera, tuve la oportunidad de organizar exposiciones temporales accesibles, con un espacio táctil donde todo el mundo podía tocar los materiales de la exposición. Creo que para promover la accesibilidad debemos poner nuestro granito de arena desde nuestro propio mundo, siempre observando desde una mirada amplia, en la que todo el mundo tenga cabida.
Y hasta aquí las que creemos que son las claves que están marcando el diseño de espacios de trabajo este 2024. Pero como en Bernadí siempre enfocamos la mirada hacia el futuro, desde ya podemos avanzar que lo que vendrá tendrá dos protagonistas indiscutibles: la innovación y la adaptabilidad.
Los establecimientos de salud inaccesibles suponen una dificultad hasta 6 veces mayor para las personas con discapacidad. - OMS